De Google. De la Película "El lago azul" |
Se sentó en una roca. En la ribera de un lago azul
como los ojos de ese gato disfrazado de muñeca, el que con toda la paciencia se
dejaba vestir por la hija menor. La niña de sus ojos.
Mirando el agua supo con exactitud la
profundidad de sus aguas, como recitado por una sirena evocadora y sutil en su
tono de voz. Dulcemente escuchó una cifra y en su mente se disparó una alarma,
provocando un relámpago de lucidez cegadora.
Supo que era la misma profundidad que su error de cálculo al dibujar con un lápiz de grafito, con goma de borrar al extremo, la risa de la cara en su boceto de Eva o de Luis.
El aire se hizo brisa, meció unas hojas de un haya
cercano, recorrió las corolas de las gencianas bávaras y esos puntos azulados
se asombraron con el sol que lucía entre unas nubes de algodón de azúcar ante
su vista.
Recorrió el camino hasta su Volkswagen sedán del 68
y sonrió al escuchar el motor con su sonido peculiar. Tan viejo como los
recuerdos que asomaban de su propia infancia, que había guardado en el baúl de
sus noches, de donde sacó, renovada, la escena de un infante pintando con boli
azul un gato con botas, sombrero y florete.
Llegó a su casa, besó a la niña, y subió al
despacho, apresurándose a borrar la boca de su boceto en carboncillo de un
rostro, que la ausencia había teñido de supuesta realidad.
La libreta contenía una sola hoja de papel “guarro”, donde cada noche esbozada un rostro o un torso de hombre o de mujer, y que cada mañana borraba con un borrador blanco con olor a nata Milán, para emprender otra forma.
Cargando entre sus dedos, el mismo anhelo que
abrigaba las tardes de su infancia.
Aquellas en las que el olor a borrador de felpa, tiza y pegamento en barra, eran el aroma que bañaba las trenzas, o las botas Gorila de algún chaval o cría del mismo pupitre, en la escuela de su frío paisaje invernal.
Aquellas en las que el olor a borrador de felpa, tiza y pegamento en barra, eran el aroma que bañaba las trenzas, o las botas Gorila de algún chaval o cría del mismo pupitre, en la escuela de su frío paisaje invernal.
Lo lleva crudo, ¿cómo dibujar ese aroma que bañaba las trenzas?
ResponderEliminarHermoso, como siempre
Abrazos
Lo lleva...creo que... sobrellevando.
EliminarGracias por tu lectura. La evocación quiso huir de la nostalgia, ignoro si con éxito.
Un abrazo.
La goba de borrar con olor a nata "Milán".... me has devuelto a mi pupitre escolar.
ResponderEliminarBesos.
Como el cerebro atesora informaciones que escribe a su manera, los recuerdos asociados a los olores, tiene una magia irrepetible. Por lo que identificamos olor a arroz con leche con una tía, el de café con leche con el uno de un momento concreto que se tomó y nos transmitió tal sensación, etc.
EliminarEl de aula escolar, sin duda, como los de los frutos en el árbol, son de los más tatuados con fuego.
Un abrazo.
Gracias. Es muy hermoso. Por desgracia las musas están de domingo y la libreta esta más vacía que nunca, aunque las gotitas que se escapan del azul del agua se van cargadas con todo mi cariño, admiración y respeto. Si las abres con cuidado, el exterior va muy frío, también encontrarás un abrazo muy grande y un besazo inmenso. Gracias paula
ResponderEliminarEl exterior de tu sobre, en un azul índigo, me llegó vía desayuno dominical.
EliminarLo he abierto, con tiento, pues el hielo de cada gota de agua de ese lago contenía un guiño. En efecto, cada gota helada contenía en su interior un afecto azul mojado de aguas limpias oliendo a magnífico descanso. A relax.
Un abrazo.