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Se hace tarde y te sigo buscando, hasta ahora sin éxito. He
pensado que no estuvieras en el estudio, escribiendo, y no te hayas percatado
de mi presencia, como otras veces, cuando me siento a tu lado.
—Cuando, a veces, me
dejas apoyar mi cabeza en tus rodillas, soy feliz, recuerda el can.
—Pero es que me das calor, Bruno. Te pones muy pesado.
—Anda ya, si disfrutas
leyendo tus textos en voz alta, no lo niegues. Hago como que te entiendo. Siempre. De
hecho soy el primero que sabe lo que vas escribiendo. Deberías contratarme de escuchador y crítico, a pesar
de que te despierto a lametones que odias y te rompo alguna cosa con mi rabo.
—Jaja, no te vengas tan parriba, que eres un chucho. Guapo,
eso sí, dice Laura, mientras me zarandea los mofletes, y yo me dejo querer.
Qué tacto el tuyo, qué gusto tu aroma, recuerda el viejo perro.
No, no estás en el estudio. Tú igual no lo sabes, pero puedo
ver tus letras en los papeles que, en ocasiones, imprimes, y que sin entender
en absoluto, disfruto de tenerlos ante mi vista porque me hacen recordarte así,
concentrada ante el portátil, meditabunda a veces, sonriente otras, pero
siempre feliz ante estas teclas. Sí, yo también las presiono, con cuidado, y
veo en la cosa esa blanca que llamas pantalla que aparecen simbolitos. Lo raro es que tú te enfadas, así que casi
nunca lo hago ya.
El dormitorio está arreglado. Qué pena, al menos podría
acercarme a ti a través de tus pantuflas, o del pijama, que sueles dejar
tirados por el suelo. Pero no. Ayer te vi con un vaso alto, con hielos que
sonaban, tomando un trago de un alcohol, que apestaba, por cierto. Eso hizo que te pusieras como eufórica y empezaste hacer una maleta, pero con prisas. Estaba
claro que no era un viaje planificado con Nicolás. No has imprimido lo último
que escribiste, pero dejaste encendido
el portátil y veo líneas de letras, cada vez más alargadas, hasta escaparse
como un hilo continuo de cometa, que desde mi punto de vista está viajando por
las paredes del piso, que baja luego hasta el sótano que no tenemos, y me pongo
a perseguir tu estela.
Me froto la cara, me concentro,
y en un parpadeo, alcanzo a identificar
tus huellas de zapatos sin tacón, el
halo de tu fular mal apretado, las alas de tu gabardina azul sin diques. Y tu agobio, tu tristeza, y dos lágrimas
perdidas en la moqueta del recibidor.
He llegado al sótano que no tenemos y allí encuentro las palabras
en tinta que ayer desembocaron en tormenta, en catarata sin filtro, y que
escaparon de la página de Word. Pero tú no estás. Me sumerjo en una frialdad que
me es desconocida y busco tu presencia más allá de la calle, a través de la
puerta. Llega el reflejo lunar tras las cortinas, pero nada cambia. Mi hambre o mi sed
se vuelven esquivas y me duermo ante la puerta, esperando que regreses.
Cuanta ternura en este diálogo, de Bruno y su dueña Laura, si los perros hablaran...
ResponderEliminarTengo dos, y a menudo les hablo, y se que me escuchan y entienden, por sus reacciones, son listisimos, y tienen un reloj biológico que no les falla.
El final me ha causado mucha tristeza, perdí hace dos años a mi Zar, y todos los día lo recuerdo, muy triste ese final.
Feliz martes Albada.
Abrazo.
Tener dos ha de ser un poco de grata locura. Ellos esperan, sin tregua, sin relojes, sin agotarse, el regreso del amo. Aquí he pensado en la carita de mi perra Tart, quien se sentaba y me miraba cuando sabía que escribía.
EliminarEse final puede ser triste o no. Tal vez Bruno encuentro otro hogar, o Laura regrese, quién sabe.Un abrazo, carmen.
Hola Albada, es grata locura sí, los dos se hacen compañía, ya que son de la misma especie, es un pitcher y un schnauzer, los dos mini, eso hace más grata la locura, la pitcher, cuando escribo en el ordenador, se sube encima de mi, le gusta el tecleo del ordenador, se amansa. Son unos amigos entrañables, cuando tengo que salir, estoy más tranquila ya que no están solos, se llevan muy bien porque son dos hembras, y a diferencia de los humanos, las hembras se llevan bien, aunque en los humanos no es siempre así, jajaja
EliminarFeliz miércoles. Un beso
Genial. Al ser de tamaño pequeño no hacen barullo y se entretienen. Sí, las hembras pueden llevarse fenomenalmente. Mis vecinos tiene dos, que no son hermanas, de tamaña mediano, pero se llevan de maravilla. Una es más mandona y la otra más servicial y tranquila. Son la pareja perfecta :-)
EliminarUn abrazo, Carmen, y por los perros, más que animales de compañía siempre.
Mucha ternura en tu relato...
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Rafael, me alegro te gustara.
Los animales y mascotas son parte de la familia.
ResponderEliminarBesos.
Lo son, no me cabe duda. En muchas ocasiones son la familia en su totalidad.
EliminarUn abrazo
hace poco me enteré de que se llama 'lectores beta' a quienes leen una obra antes de ser publicada, haciendo críticas para mejorarla. bruno podría ser lector beta de los textos de su dueña. ;)
ResponderEliminarlos perros tienen un olfato mucho más intenso que el de los humanos, y distinguen el olor característico de cada persona. por mucho que uno se duche...
abrazos!
Es un lector beta, con capacidad lectora a su manera. Estoy segura :-)
EliminarUn abrazo y por los perros, esos seres insustituibles.
Un final triste, esa angustia que solo puede ser espera no es la más grata, imagino lo que un animal puede sentir ante la ausencia de quien quiere y no tener medios para hacer más. Un buen relato desde el enfoque que le has dado.
ResponderEliminarUn beso dulce.
No sabemos si ella regresará, pero estoy segura de que pensará en Bruno muuuuchas veces.
EliminarUn abrazo, Dulce
Además de escribir tan bien como escribes, se nota que has tenido perro y, sobre todo, que lo has querido mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
He tenido y he amado y valorado mucho a una perra fea como el demonio y buena como el pan. Era como tener arroz con leche siempre cerca.
EliminarUn abrazo
Yo tenía una perra que se llamaba Tula. Por entonces era niño. De su recuerdo en defender la puerta de mi casa, de tumbarse a mi lado para que la acariciara, de jugar y jugar incansáblemente, de ir al campo...Pero de entre todos los recuerdos hay uno en especial y es que mi perra un día suspiró como lo hace una persona y sus ojos se volvieron a los míos como si fuera una añoranza...
ResponderEliminarSuspiran ya lo creo. Y roncan, además. Son esos seres especiales, que acaban adoptando un carácter similar a los dueños. Y sueñan. Un día intentaré explicar los sueños que imaginaba en mi perra. Igual lo hago ahora.
EliminarUn abrazo, Buscador
Mucha ternura en este escrito que, como todos los tuyos, es un buen ejemplo de buena literatura.
ResponderEliminarNúnca tuve mascota y por tanto, no puedo sentir esa sensaciones que tú tan bien explicas.
Besos.
Creo que cualquiera que tenga te diría cosas similares en la voz de su perro. Ellos sienten, y sufren, y gozan. Y suspiran, como dice Buscador, y sueñan, seguramente en huesos de ternera, o en ratones atareados, o en caricias de su amo...
EliminarUn abrazo, Juan L. Y gracias.
Pero que bonito por favor!!! imaginación no te falta,no...
ResponderEliminarBruno y yo seguiremos esperando el próximo relato. :)
Besos y guau.
Tu perro se llama igual que este, será casualidad :-). Ahora un perro soñará que Laura regresa, feliz y con un filete en la mano, que lamerá su cara y sus manos, meneando la cola, y que un poco de orina se le escapará por la alegría de sentir que es querido, que ella nunca le dejará.
EliminarUn abrazo y feliz noche
Qué tierna historia… Un final abierto con tiznes de nostalgia. A esos incondicionales compañeros, solo les queda hablar…
ResponderEliminarMe ha encantado, querida amiga.
Abrazo grande, y feliz tarde 💙
El final es abierto porque no creo que ella le deje, casi que estoy segura de que regresa y se lo lleva, o resuelve sus cosas y vuelve.
EliminarMe alegro te gustara. Una brazo, Ginebra
Ternura para esa mascota que vela los sueños de una escritora huida.
ResponderEliminarUn beso.
Esa escritora en huida seguramente vuelve, a retomar sus textos y sus sueños, para gozo del can.
EliminarUn beso, Alfred
Tu imaginación te delata.
ResponderEliminarEres un solete eh!!!
Besos.
Es que odiaba a los perros, porque les temía, y ahora, pillos, saben que me gustan, y claro, sale como puede mi afecto por ellos. En forma de textos posibles o imaginados.
EliminarUn beso.
Oh, qué tierno y bien escrito, : )
ResponderEliminarUn beso.
Me alegro te gustara. Lo de bien escrito me halaga, pero vaya...puede mejorarse.
EliminarUn abrazo y feliz noche
Que buen monólogo de Bruno , dejas una ventana abierta a ver qué es lo que va a suceder , el hambriento y con sed y su dueña no aparece ..tal vez llegue justo a tiempo antes que él despierte y todo sea lametazos ..muy tierno con ganas de leer más.
ResponderEliminarAbrazos !!
Los perros sienten, eso casi nadie lo duda, y ahí he intentado reflejarlo.No sé si con acierto.
EliminarSí, Tras publicar el post, lo seguí un poquito. Un abrazo
Seguro que quienes tienen o han tenido un perro sentirán el pinchazo de la ternura. Muy buen texto el perro en primera persona y el final abierto a la imaginación. Un abrazo
ResponderEliminarImagino que quienes tienen perro, porque lso gatos osn otra cosa, saben que lso animales estos sienten.
EliminarUn abrazo grande
Es muy tierno tu relato. Ellos son así, fieles, incondicionales. Siempre esperan atentos tu regreso. Me ha dado mucha tristeza ver a Bruno en esa espera que no sabemos si tendrá su recompensa. Tiene hambre y sed... y quizá ella no regrese. O tal vez sí. No lo sabemos y Bruno tampoco.
ResponderEliminarEl relato es precioso. Besicos.
Su espera no será eterna, pero las hay que sí. El más famoso es Hachiko, https://www.excelsior.com.mx/global/2017/03/08/1127504, pero hay cientos de perros que esperan lo imposible.
EliminarUn abrazo Galilea
Hola guapa , yo para mi que esto no era el pensamiento del pobre perro
ResponderEliminarun relato muy bonito y triste , esperemos que la dueña lo piense mejor y decida volver
no crees? te deseo una feliz noche besos de flor.
Pues igual pensaba de otra manera, claro, pasar la noche solo es algo aterrador y nada poético para él, imagino.
EliminarUn abrazo
Muy hermoso tu relato. Los perros siempre son fieles.
ResponderEliminarA veces pienso que los animales son mejores que las personas. No traicionan...
Escribes muy bien.
Me ha parecido preciosa la ternura que desprenden tus letras.
Abrazos
Son fieles a morir, coas qeu lso humanos no podemos afirmar de nosotros mismos, es verdad.
EliminarUn abrazo y gracias
Es un relato muy conmovedor. ¡Me encanta!
ResponderEliminarA Bruno se le pegó el arte de la dueña en esto de contar historias
Un abrazo grande
Es que no sabe leer, Alis, y tal vez en su cabeza, un párrafo largo es un hilo de cometa que no acaba, pero claro si hablase lo diría menos poético. :-)
EliminarUn abrazo
Cuanta ternura y desolación en este hermoso y triste texto. Los perros son fieles amigos. Saludos amiga.
ResponderEliminarSon lo más fiel que puedas imaginar. Alguno será con más desapego, pero en su mayoría son fieles a morir. Literalmente.
EliminarUn abrazo
Lo he leído en orden inverso pero ahora ya sé lo que intuía, que Laura era alguien muy especial para Bruno, su dueña.
ResponderEliminarOriginal manera de ponerse en el lugar del otro.
Besos
Es especial porque desde chico está con ella. Es una voz que merecía una post.
EliminarUn abrazo, Conxita.