Había escuchado la conversación en el quiosco ante un café. Se referían a él como el de la doscientos cinco. La rubia alta decía que desde que entró en el pabellón de crónicos, siempre le había visto igual.
─No envejece─
dijo la rellenita─, pero igual es porque come, duerme y pasea, y eso de una
vida tranquila desgasta muy poco
─Mujer, llevo quince años, y
todos los ingresados hacen lo mismo y bien que les salen canas o arrugas─
contestó la rubia, llevándose una
cucharada a la boca.
Allí las dejé hablando ante unas
tazas de chocolate. Me alejé para fumar un cigarrillo tras el café. El tiempo
era bueno, y me apetecía contemplar los árboles. Ese loco estaba sentado en un
banco del parque donde me senté. No sé por qué, le dio por preguntarme cosas, y
no sé por qué, me avine a responder lo mejor que sabía.
Cómo retener el instante, me
preguntó. Ahí intenté hablarle de una foto, por ejemplo, pero alegó que esa
imagen en tinta no podía captar el tiempo, y aunque pudiera, no sería nunca el
exacto. Porque esa fracción de tiempo, ese nanosegundo, ya estaría huido, se
habría gastado.
Era correcto, así que no pude
argumentar nada, sintiendo que había caído en una trampa filosófica. Con cierto
temor ante sus ojos, penetrantes, oscuros y muy brillantes, di por acabado el descanso
en ese banco. Me despedí y me levanté. Él me sujetó por el brazo, sin
violencia, y me miró fijamente. Al
girarme por verle, constaté que hablaba solo, o tal vez no, porque miraba
fijamente a ese reloj de la estación de tren cercana, y parecía dirigirse a él
en su alocución, sonriendo como un orate.
Llegué a mi casa sintiéndome muy
cansada. Me dormí temprano. Amanecí ante un espejo deformado, con cara y cuerpo
de unos noventa años. Sin apenas fuerzas, llegué al teléfono inalámbrico, y he
marcado el 112 con unos dedos artrósicos, deformes y doloridos. Espero que
alguien me ayude, quizás usted mismo, amable lector, y llame a GUSTAB
PD. La palabra loco me resulta feísima y no la uso jamás, son enfermos mentales, o somos, ojo, que nunca sabemos si de un agua no llegaremos a beber.
A mí me gusta la palabra loco.
ResponderEliminarMucho más que enfermo mental.
Para mí un loco tiene más significados no solo el de la enfermedad.
Besos.
En el sentido de tus loquitos sí, y hasta yo hablo de gramos de locura como necesidad para seguir cuerdo, pero en esto, cada quien usa las palabras a su entender y gusto :-)
EliminarUn beso
Debes vivir en una casa de musas, para poder escribir tan atinados relatos con tanta frecuencia. Resultará reiterativo, pero este me ha gustado mucho también.
ResponderEliminarEstaba pensando en lo que ha dicho Toro y me pasa un poco lo mismo. Cuando se habla de locos suele hacerse con cariño, incluso a veces con admiración. Él mismo tiene personajes adorabla a los que se les puede llamar así.
Un abrazo.
Bueno, son rachas, como bien sabes, y ahora revolotean, decididas, airosas, juguetonas, así que las cazo, porque no huyan :-)
EliminarLas musas son aliadas de los locos, como Toro sabe perfectamente, y sin esos personajes Toro sería otro tipo de poeta, tal vez ni poeta sería. Un abrazo
Muy bien te quedó este relato que nos reto Gustab , has salido pero que genial. Una mezcla de suspense por ese final apoteósico. Un besazo y muy feliz domingo.
ResponderEliminarEl final pensé que recoradaría a Dorian Grey. Pero aun y así, me pareció muy tentador que ella muriera de vieja, por él :-)
EliminarUn abrazo
A veces resulta muy difícil distinguir a un cuerdo de un orate (para no usar el término loco, je,je), del mismo modo que puede resultar imposible entender qué hace el tiempo con nosotros, aparte de hacernos envejecer.
ResponderEliminarUn saludo.
Los dementes acaban yendo a los mismos lugares que lso genios, la úniva diferencia es que los orates no ocnsiguen regersar, por eso jamás hay que mostra pena por ellos.
EliminarUn abrazo, y feliz domingo
Es difícil distinguir la fina línea que separa cordura y locura...
ResponderEliminarUn abrazo.
Es casi invisible, yo diría que hasta movible.
EliminarUn abrazo, Rafael.
Retener el instante robándole la vitalidad a otros... qué argucia malvada! jeje. Un placer leerte. Un abrazo
ResponderEliminarTan loco no estaba, se quedaba con la vitalidda de quien hablara del tiempo con él.
EliminarUn abrazo
Para ser un loco tenía profundas reflexiones. A ver si Gustab tiene la explicación para ese cambio.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce semana.
Era de esos locos cuerdos, que lindan a genios pero sin poderse decantar, estoy segura.
EliminarMuchas gracias, Dulce. Un abrazo, y bonita tarde dominical
La locura es necesaria para no perder la esperanza en un mundo lleno de mentiras. No te gusta la palabra loco, yo la acepto, hay muchos que se creen cuerdos y están muy lejos de serlo.
ResponderEliminarTu relato muy bien.
En pequeñas dosis es imprescindible, estoy segura. Tampoco sé si en sí misma, en cuanto a estar fuera de esta realidad, esa pésimo o envidiable.
EliminarUn abrazo, y bonita semmana para ti
Excelente relato, además de bien escrito y descrito. El enfermo estaría enfermo, pero tonto no era. Dicen que cuando falla un cerebro a veces es por exceso de trabajo :)
ResponderEliminarCreo que puede ser por cortocircuitos entre neuronas, y seguro que las sobrecargas de intensdad son nefastas.
EliminarUn abrazo
Boa tarde Alba. Obrigado pela história maravilhosa e bem escrita. Bom início de semana.
ResponderEliminarGracias, Luiz. Feliz semana te deseo
EliminarMe encantó eso de absorber la vitalidad del otro, para mantenerse vivo. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarIgual hay muchas personas así, sin llegar al extremo de dejar al otro consumido, y son esos que llaman "tóxicos" :-)
EliminarUn abrazo, Carlos.
Pues no tiene peligro el amigo. Que buena historia, más que un loco me recuerda a los cucos, acaparando en este caso la vitalidad de los que le rodean.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, esas aves sacan de lso nidos a los huevos de otra ave, y ponen los suyos, y me parece una metáfora perfecta.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo, y buena semana
Tremendo relato,ese final me dejó el alma helada.
ResponderEliminarExtraordinaria narradora,querida Albada!
Beso grande!
Muchas gracias, Luna, son relatos pequeños, y aprovecho el espacio :-)
EliminarUn abrazo grande
Has tocado un buen tema. La raya de la cordura/locura no está muy clara. Da igual como llamemos: viejos/as, tercera edad... tercer mundo, primer mundo... Todos esos calificativos son tan artificiales...locos/as, enfermos/as mentales...
ResponderEliminarSe ha tratado a los y las "diferentes" como casos anormales y no sabiendo dónde está la normalidad. Me parece injusto.
Tu historia me deja perpleja. No entendí del todo el final. Pero me dio la impresión de ser algo que pueda pasarnos.
Un abrazo, Albada.
Al absorver la vitalidda de la chica, ésta queda exprimida, tanto da si con un físico de noventa años o con otro aspecto. E tipo loco s mantiene fresco.
EliminarY sí, los límites son difusos. Pienso en mi ciudad, Reus, donde el psiquiátrico, Pere Mata tenía un pabellón para Distinguidos, gente rica y loca, pero ahí metían a los bohemios, las lesbianas etc. Ahora se visita, pero era donde encerraban a los ricos diferentes.
¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien no sabría como hacerlo (San Agustín).
ResponderEliminarLa percepción del tiempo no tiene por qué ser realista. Albada, me diste de tu tiempo un tiempo y nada más, y lo que ves en el espejo no es más que una ilusión.
Mira con detención nuevamente en el espejo, ¿es la imagen del espejo tu imagen del tiempo, o es sólo una de esas fotos de las que me hablaste ayer?..
Gustab, a solas en el jardín. Me llamó la del espejo preguntando por el de la 205. Le dije que era yo, pero dijo no reconocerme.
Claro que eras tú, en la habitación del psiquiatrico 205, en un paseo. Siempre lo supe, y dejé que tu idea de congelar el tiempo fuera eso con precisión de cirujano :-)
EliminarDios nos libre de algunos cuerdos, y nos acerque a algunos locos :-). Un abrazo
Un abarzop
las historias ambientadas en instituciones de salud mental, como 'los renglones torcidos de dios', me parecen muy interesantes.
ResponderEliminarmás de una vez he oído decir "tiene problemas mentales" como descalificación hacia alguien. afortunadamente, la gente ya va siendo un poco más sensible con esos asuntos.
abrazos!
Ahora se ve como normal, y no por fuerza disfucional. Por ejemplo Picasso era muy dificil como hombre, por muy genio que fuera con los pinceles. El sistema no lo escupió, pero seguramente le vino de un pelo
EliminarPor la salud, contemplada en un todo que incluya la salud mental. Un abrazo
Alguien reflexivo y con el poder de arrebatar la juventud, el tiempo de los demás.
ResponderEliminarLo que explica que su apariencia no cambie con los años. Una idea inquietante.
Un abrazo.
Era la idea, y sería en verdad inquietante. Ahora hablan de la gente toxica, como quien te roba tu energía vital. Pero imagino que no hace falta estar loco para ser realmente tóxico, y tal vez mortal para alguien.
EliminarUn abrazo, Demi
Los locos también tienen mucho que decir, a mi me gusta conversar con ellos, conozco a algunos de por aqui donde vivo.... Un magnifico relato amiga. Saludos y abrazo.
ResponderEliminarClaro, y dicen, si les dejas. Tienen un universo aparte y difernte, con su realidad, que para ellos es la de verdad. Son muy interesantes.
EliminarUn abrazo, y buen lunes, Sandra.
Una gran historia, Albada, te felicito, me ha encantado cómo has enfocado la propuesta de Gustab. Me has hecho disfrutar leyendo y con ese gran final. La primera vez que conocí la palabra orate, yo tenía doce años... me pareción onírica.
ResponderEliminarMil besitos más ♥
Gracias. Es una palabra bonita, saltarina. Demente me produce más mal rollo.
EliminarUn abrazo, y por un gramo de locura en nuestras vidas. La hacen más divertidas.
Genial relato para la convocatoria de Gustab, Albada.
ResponderEliminarYo ahí ando preparando el mío ;)
Un besazo
Bueno, que las musas te visiten, y ya está. Es broma.
EliminarUn abrazote