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lunes, 5 de marzo de 2018

Eva en el gimnasio



Eva empezó a hacer ejercicio. Subió la velocidad. Hasta diez. Luego hasta doce kilómetros por hora. El espejo le devolvía su cuerpo atlético. Su busto bien delimitado y mejor sostenido por un sujetador de último diseño deportivo, su culott con flores bajo la camiseta, y sus deportivas recién estrenadas, le daban un aspecto más que  halagador. Ajena por completo a las minúsculas variaciones por las que atravesaba su cuerpo, una toalla de microfibra lucía apoyada en la barra de la cinta caminadora.

Ella era una gota muy pequeña, nacida lentamente en la frente de la atleta, y que iba rodando sobre un tobogán. Cuando se asomó al abismo sin fondo, desde la punta de la nariz, entró en pánico. Miraba fascinaba cómo sus compañeras no parecían temer la caída al vacío, y se quedó colgando, sin animarse a saltar. 

Cuando al fin se aseguró de que otras gotas parecían felices con su vida, se dejó caer. Aterrizó sobre el cuadriceps de Eva. Fue el aire generado por la carrera lo que le hizo entender su misión. Demasiado tarde. Quedó integrada en una leve mancha de humedad, que de manera casi instantánea, como otras gotas de sudor, se evaporaría. 



10 comentarios:

  1. La efímera vida de una gota, contada en tiempo real :)
    Un beso.

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    1. Es muy rápida en desaparecer, sin duda. Lo que quise imaginar es lo que sentía. Yo tendría pánico a saltar al vacío. Pero no soy una gota de sudor, sino que me beneficio de su existencia, en el gym. :-)

      Un beso

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  2. Triste vida la de una gota de sudor, aunque esta de alguna manera muere en acto de servicio en beneficio de la salud de quien la ha generado.
    Un abrazo.

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    1. Es una vida cortita, es verdad. Pero de una utilidad indudable así que bienvenida siempre si nos facilita refrescar la piel.

      Un abrazo

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  3. Genial!!!

    Me ha dado pena esa gota.
    Pobrecilla...

    Besos.

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    1. A mi me iba entrando vértigo mientras escribía. Tener conciencia es siempre muy complicado. Uno se plantea el por qué y el para qué de sí mismo, y claro, esta gotita tenía dudas.

      Un beso

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  4. Nunca había sentido empatia con una gota de sudor hasta que te he leído. Pocas veces nos ponemos en el lugar del otro pero casi ninguna en el lugar de otras cosas. Un saludo.

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    1. Deberíamos hacerlo. Pensar de vez en cuando en qué sentiría una planta, por ejemplo. Porque ya vamos aprendiendo a pensar en las mascotas como en seres capaces de sentir, pero nos falta mucho. Bueno, no pretendo animar a que nos identifiquemos con una silla, por decir un objeto, pero sí es emocionante imaginarse en otra piel. La empatía, que la practicamos poco, y es una pena.

      Un saludo y gracias por tu lectura

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  5. Me ha hecho sentir empatia por esa gota y es que me has hecho reflexionar sobre qué corta vida tiene una gota.

    Un placer leerte.


    Un beso enorme y feliz día.

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    1. Las mariposas tienen una corta vida también y qué bellas son. Y qué útiles, siendo pragmático. Sí, la duración es eterna mientras dura, y esa gotita que colgaba de la nariz de una mujer subida a una cinta, me inspiró esta tontuna de microrrelato. Creo que se nota lo que disfruté escribiendo

      Un beso, dulce María. Hoy hace un sol precioso, y te deseo un feliz día

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Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.