Fotos de Port Aventura Halloween |
Ella me hacía reír como nadie lo había hecho nunca. De hecho, ante ella era como si yo no fuera yo mismo, sino ella, y en mis carcajadas la sentía a ella más que a mí. Su sabor exacto, la sensación de su tacto al acariciarme la barriga de esa risa loca que me hacía doblar en dos, para resbalar luego hasta caerme. Era como sentir a un espíritu, dotado de cuerpo, pero a la vez escondido en mi propia garganta, en mi abdomen y en mis manos. Hace tiempo que la perdí, pero desde entonces creo que podemos sentir a los demás en nosotros mismos. Sí, es magnífico, podemos imaginar, porque pensamos en la empatía, en ponerse en la pie del otro de una forma figurada y altruista, pero en mi caso resultó aterrador.
Cuando le hacía el amor sentía como ella, con su sensación de
meseta amatoria y esas contracciones que encajaban con mis espasmos de forma
milimétrica. Una sensación, difícil de explicar, que me producía inquietud. Todo
parecía ir bien, hasta una noche en la que ella llegó muy tarde. Dijo haber
estado con las chicas, su grupo de amigas. Al yacer con ella tuve el presentimiento de ver a través de sus ojos, y a mi mente llegó una cara, evocada por ella y no por mí. La imagen de ese hombre era lo más diferente a la que mi espejo reflejó en toda mi vida.
Cortamos la relación. Pasó el tiempo. Poco a poco empecé a sentirme muy femenina, sin motivo aparente. Me acostumbré a que me atrajeran los hombres en vez de las mujeres. Vivía sobresaltado con la idea de que ella habitaba en mí. Me enteré ayer de que había muerto en un accidente de moto hace un par de años y averigüé en qué lápida se hospeda. La he visitado hoy. Supongo que he visto, a través de sus ojos, cómo se mueren de risa los muertos, incluida ella. Nos ven llorosos y tristes, como yo. Rondaba por allá, sin embargo, gente disfrazada de brujas, de zombies, de vampiros o de la familia Adam. No sé qué ha visto esa gente, pero yo veía esqueletos saliendo de las tumbas. Lo que era un estrépito de las mandíbulas de las calaveras resonaba en mi cabeza. Carcajadas a troche y moche me envolvían.
Cuando unos cuantos esqueletos se han montado en unas viejas, he creído reconocerla. Les he dicho adiós con la mano, y les he deseado buen viaje. Tal vez ella pueda descansar en paz a lomos de sus sueños y yo pueda vivir en paz, ahora que siento que mi vida en estos dos años ha sido una broma, de mal gusto, dicho sea de paso. Es bueno tomarse la vida a tragos, decía ella, pero a pesar de estar hasta la coronilla de tragos amargos, ante la fiesta de la muerte, yo acabé muriéndome de risa.
Cortamos la relación. Pasó el tiempo. Poco a poco empecé a sentirme muy femenina, sin motivo aparente. Me acostumbré a que me atrajeran los hombres en vez de las mujeres. Vivía sobresaltado con la idea de que ella habitaba en mí. Me enteré ayer de que había muerto en un accidente de moto hace un par de años y averigüé en qué lápida se hospeda. La he visitado hoy. Supongo que he visto, a través de sus ojos, cómo se mueren de risa los muertos, incluida ella. Nos ven llorosos y tristes, como yo. Rondaba por allá, sin embargo, gente disfrazada de brujas, de zombies, de vampiros o de la familia Adam. No sé qué ha visto esa gente, pero yo veía esqueletos saliendo de las tumbas. Lo que era un estrépito de las mandíbulas de las calaveras resonaba en mi cabeza. Carcajadas a troche y moche me envolvían.
Cuando unos cuantos esqueletos se han montado en unas viejas, he creído reconocerla. Les he dicho adiós con la mano, y les he deseado buen viaje. Tal vez ella pueda descansar en paz a lomos de sus sueños y yo pueda vivir en paz, ahora que siento que mi vida en estos dos años ha sido una broma, de mal gusto, dicho sea de paso. Es bueno tomarse la vida a tragos, decía ella, pero a pesar de estar hasta la coronilla de tragos amargos, ante la fiesta de la muerte, yo acabé muriéndome de risa.
Te han llegado las musas en el momento oportuno para ponerte a tono con el día.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un abrazo.
la visita al parque este, con su decoración tan adecuada y la gente que iba disfrazada o se hacía maquillar allí de maneras terroríficas me sirvió de inspiración.
EliminarGracias, Macondo. Un abrazo
Lamentablemente, por mucho que trato de ponerme al día, no acabo de entender esta fiesta foránea,(desgraciadamente, ya arraigada), a la que ni siquiera se le ha castellanizado el nombre.
ResponderEliminarNi la muerte, ni el dolor ni el miedo, deben tomarse a broma.
Perdonar la disquisición del que se quedó en el D. Juan y los huesos de santo.
Besos.
El Tenorio y las castañas, junto a la visita a los cementerios, eran la única referencia para nosotros. Te diré que mi vista ayer al lugar de donde están tomadas las fotos, era para ver cómo los visitantes-clientes iban disfrazados. El lugar ornamentado con arañas en paredes, esqueletos, telas de araña, calabazas a montones, y ¿sabes dónde había cola? en las paradas e maquillaje, que barato no era, entre veinte y cincuenta euros. Me pregunté qué iban a buscar, y era la sensación de sentir y producir miedo. La adrenalina de temer, sin más. Había`personal disfrazado, de locos, de viudas negras, de espantapájaros etc que salían de zonas con sombra para asustar, esa era la gracia. Volveré o no el año que viene, porque me llamó la atención cómo los cientos de esqueletos parecían reír, y fue eso lo que provocó mi post.
EliminarLos huesitos de santo, qué ricos. Un abrazo
Ah la muerte... que tarde en llegar, que tarde...
ResponderEliminarBesos
Que tarde en llegar, Toro, ya nos moriremos de risa con otras cosas.
EliminarUn beso
El relato apropiado para estas fechas y en ese tono peculiar al que nos tienes acostumbrados. De todas formas me quedo con los "huesos de santo"...
ResponderEliminarUn abrazo.
Los huesitos de santo, qué postre o merienda para estos días. En México te regalan una calavera de azúcar con tu nombre en señal de amistad y claro, como que preferirías un dulce o chuche más neutra :-)
EliminarUn abrazo
Tal vez la muerte no sea tan mala, no para la risa quizás, pero no tan mala como pensamos puede ser. Me gustó tu relato, aunque tiene una primera parte que parece va hacia algo más tenebroso y cambias al final.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Sí, la primera parte podía seguir derroteros muy inquietantes, ser dos un mismo cuerpo. Aquí fue el azar de ir a port Aventura y ves a esqueletos juguetones lo que promete de nuevo morirse de risa, como el protagonista explica que ella se mete en su cuerpo. El resto fue pensar que los muertos de ríen de los disfraces de Haloween. La muerte es un paso, pero muy duro, nunca un juego
EliminarEstuve viviendo en el extranjero durante mucho tiempo, demasiado para no asomar por mi patria y por supuesto por mi pueblo. Terminé estudios de licenciatura y como tantos jóvenes, me fuí a buscar mejor fortuna. Mi mujer es de Suiza y mis hijas conocen España mas que nada, por sus estudios y lo que yo les hablaba...les encantaba mis historias de las gentes de mi pueblo; de cómo vivíamos cisi sin dinero y cómo el corazón del lugar donde naces se queda impregnado en recuerdos que te asaltan y cualquier parte del mundo allá donde estés...
ResponderEliminarHan pasado 50 años y hoy he regresado a mi pueblo. Me da verguenza no haber mantenido un contacto con amigos y familiares; gente que he evocado en Zurich cuando alguna lágrima me sorprendía en un bus o en un banco pensando en nuestro destino. He paseado por mi pueblo completamente transformado y hasta me he emocionado cuando he descubierto la casa de un amigo cuya fachada no ha sido tocada por milagro y allí mis recuerdos se han deshecho en lágrimas. La casa está abandonada y comida por el moho de la lluvia pero yo la sigo habitando en una explosión de recuerdos...Los vecinos me dicen que ya murieron todos y los dueños eran familia de Barcelona que no asoman por el pueblo...me dieron ganas de comprarla.
Hoy es 1 de noviemvre. Me resisto a subir al cementerio. El día está lluvioso además de frío y recuerdo cómo de crío ya tenía sabañones en los pies con mi madre en el cementerio poniendo flores a mis abuelos y gentes vestidas de negro que arreglaban los nichos. Odiaba ver cómo se emocionaba mi madre y mi tía, de ver los grises del cementerio más grises y esas fotografías con miradas tristes aunque estuvieran alegres...
Entro en un bar y así como así, los viejos no me conocen. Yo le digo quién soy y eloos recordando se rascan la barbilla intentando recordar hasta que alguno cae en la cuenta y los dos nos alegramos. Intercambiamos recuerdos y le pregunto por mis amigos pero casi todos estan muertos o también se fueron del pueblo. Se me acerca un tipo peculiar por su poca estatura y barba desarreglada: es el enterrador del cementerio. Me dice quién es y me da señas para que recuerde:es Pablito el enamo por las burlas que hacíamos de el en la escuela por ser casi enamo. Le estrecho la mano y le comento de la crueldad de los niños pero se ría como agua pasada. Me pregunta si voy al cementerio y yo le digo que no tengo fuerzas por ver a tanta gente que amaba y que murieron...Pero él insiste a pesar de todo porque quiere que vea un nicho en especial...
La subida al Camposanto es empinada y la lluvia cala los huesos. Carca del cementerio hay un bar para tomarnos otra copa de Anis de Rute y en nada se nos quita el frío. Pablo y yo entramos en el cementerio y me pregunto dónde me llevará cuando en su silencio espero lo peor. Calles y mas calles me llevan a un nicho oscuro y mal cuidado. Pablo me dice que me asome cuando leo en una lápida el nombre de ella: Paloma Sanchez Sarmiento, muerta el 28-8-1968 por mal de amores. Ella era mi novia que jamás me olvidó y hay una fotografía descolorida; de aquellas novedades en color donde los dos en una feria nos fotografiamos.
Precios tu post. Regresar a donde nos criamos es regresar a un tiempo y a un yo que ya no existe. La visita al cementerio, a esas calles de nichos y de tumbas, es reencontrarse con el Pablito del pasado, Los antepasados de nuestra sangre y esperar que la paz ante los recuerdos nos embriague.Esee nido especial de Paloma es un climax en la narración, por la coletilla de mal de amores, que evoca a la fuga o huida de un mozo que tras cincuenta años sabe que tal vez se perdió su gran oportunidad, la del amor
EliminarPrecioso comentario. Un texto que agradezco. Abrazo grande
ResponderEliminarYo la quería sin duda. Como una sombra me ha acompañado durante 50 años pero a casi nadie le comenté de su existencia. Mi mujer lo sabe. El dolor que ahora siento por traicionar mis sentimientos es enorme. Le dije que volvería, que me casaría con ella, pero no lo hice. ¡¡QUÉ PUEDO HACER DIOS MIO!!. Salgo del cementerio si ver el nicho de mis padres y me voy directo al hotel. Allí me espera mi mujer con mirada sabia y me pregunta ¿has estado allí verdad? y yo le digo que sí Me toma de la mano y me besa. Me habla de esa historia que ella también me ha ocultado porque cuando yo le confesé de una novia, ella quiso saber quién era y que de alguna manera ella también era culpable por amarme tanto como me ama...
-Ven, anda...vamos otra vez al cementerio...
Subimos la cuesta como quién va detrás de un entierro. Visitamos a familiares, amigos fallecidos y alguna gente se detiene porque me conoce y me saluda. Me siento fatal en mis adentros y mi mujer también. Me pregunta que donde está el nicho cuando aparece Pablo y nos lleva de nuevo a el. Mi mujer le deja un ramos de rosas. Habla unas palabras en suizo, se arrodilla y comienzan a caer lágrimas del cielo...
Continuación perfecta. La esposa sí sabía de ese amor que dejó atrás en pos de una vida diferente. La sinceridad es el mejor pegamento del amor, y es ella, la esposa, quien, sabia como nadie, se arrodilla ante la tumba de la despechada, justo cuando empieza a llover.
EliminarPrecioso final, muy emotivo y evocador de la guerra de amores que se han jugado en tu narración Preciosa en sí misma esta continuación, Un abrazo
A la muerte le hemos pedidop el respeto, no parece mala idea porque es vulgar y no lo merece. Un abrazo
ResponderEliminarEstamos perdiendo el miedo a sentir miedo, y así los disfraces y maquillajes, pero a la muerte no creo que le hayamos perdido el miedo, o al menos el respeto. Es un paso, un cambio de estado del que nadie ha vuelto. No creo que, por mucha blanca que veamos antes de partir, sea grato dejar atrás la vida como tal.
EliminarUn abrazo y feliz viernes
Siempre es mejor morirse de risa. :)
ResponderEliminarUn beso.
En vida sin duda, ya siendo esqueleto debe ser una opción ante los disfraces de ese día, o decir exabruptos :-)
EliminarUn beso Alfred. Feliz viernes
La empatía es una capacidad maravillosa, pero no tanto si trae esas tremendas consecuencias...
ResponderEliminarUn relato con una temática macabra, pero con tu toque de humor.
Besos.
El tema sería muy duro. Pienso en la esquizofrenia, por ejemplo, y ha de ser aterrador pensar que alguien más que tú habita en tu mente. El toque de humor era aquí muy necesario.
EliminarBesos Mirella, gracias por comentar. Felzi viernes
Hola Alba , por que será que la muerte y los días de los muertos nos dan tanto juego para escribir un buen relato .
ResponderEliminarBesos de flor .
Este no sé si es bueno, pero he disfrutado escribiendo, lo que puede ser más que un aliciente, una razón para escribir. Son fechas señaladas, pero cada vez por halloween y los puentes laborales
EliminarUn abrazote, Flor
Muy, muy bueno...
ResponderEliminarCuántas preguntas y pensamientos surgen al leerlo...
Muchos besos.
Como la idea me vino de la manera más tonta, me puse a hacer fotos a sabiendas de que alguna me serviría para el post. Acabé usando todas :-)
EliminarGracias, Me alegro que guste, y más me alegra que haga pensar. Un abrazote