Imagen de Aguirrefotox, Lido, Venecia |
Al fin bajó el telón, entre fervores y vítores. Ovaciones que parecían sinceras, aplausos de tiempo congelado, y flores
que llovieron y que a duras penas pudo recoger en un ramo, le habían sabido a nubes con miel y caramelo. Llegó al camerino, caminando pausadamente. Disimulando
apenas esa excitación que causa el éxito tras tanto esfuerzo, se desmaquilló la
cara. Luego se quitó la ropa de ese disfraz de la obra de teatro de su grupo amateur, y se vistió para otra ficción, más real.
Había conocido a ese director teatral que la encandiló, y al fin dejaba ese trabajo de
saldo de los grandes almacenes. Se iba a Cartagena de Indias con su Humberto. Esa
noche se iba del teatrillo de barrio como cualquier noche, aunque sin los
compañeros de tablas.
Había solicitado un taxi, que no llegó, así
que tuvo que improvisar un itinerario, por callejas estrechas. Mientras intentaba mantener un ritmo
constante de zancada sobre sus tacones, percibió el tenue eco de unos pasos que
cada instante oía más y más cercanos, más y más amenazantes. Aceleró el paso, haciendo equilibrios sobre los adoquines de ese trozo de
calle, para llegar al fin a la esquina pactada. Se apoyó en la pared, justo a tiempo para comprobar que el eco no
era tal, sino gotas de lluvia, rotundas, repicando en el suelo empedrado, confirmando
que las callejuelas que creía transitar, eran más anchas de lo percibido. Teñidas, eso sí, de angustia y de una soledad que le calaba los huesos. En realidad no huía de nada, tan solo se buscaba a sí
misma.
En los brazos de Humberto, quien no llegó a comparecer a la cita de la huida, había soñado despierta, pero ahora comprendía que su búsqueda estaba circunscrita
en el libreto de una obra de teatro, escrita hace siglos. Entre líneas
de texto, entre palabras usadas, y además, erradas, se había visto a sí misma, como una heroína en busca de un guión.
Aplaudo este estupendo texto, como si de una obra teatral se tratara. A fin de cuentas, la vida es como el teatro, hay comedia y también drama, y a todos nos toca representar un papel. Tu protagonista vivió una ilusa ilusión con un final no precisamete feliz.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
Nos asignan, o nos asignamos, unos papeles, que creemos son los nuestros, pero eso no es real, y se puede cambiar, seguramente no el texto, drama o comedia, pero sí el papel, el personaje que adoptamos ante ellos. Para muchas mujeres, la historia o los cuentos han asignado un príncipe para ella. Pero cuanto más se creen princesas de cuento, menos príncipes azules encuentran.
EliminarBien era verdad que princesas lánguidas, bellas y en almenas, tampoco hay. :-). Un abrazo y gracias por tu lectura. Feliz sábado
Que maravilloso texto, es el guión que no se busca. Que bien cuando lo podemos escribir personalmente pero que complicado elegir el elenco. Un abrazo
ResponderEliminarAhí está. No elegimos si drama costumbrista o comedia, pero no debemos quedarnos con el papel que se nos asigne, sino que sí somos nosotros quienes elegimos cómo representar, en qué grado y modo lo llevaremos a la vida.
EliminarUn abrazo y finde de lujo, Ester.
Todo tiene explicación y en ese final se borda el mismo. Bonito microrelato.
ResponderEliminarUn abrazo.
La obra de la vida no tiene un guión inamovible. Quizás en una obra de teatro que no elegimos, de hecho la mujer trabaja en unos grandes almacenes y tiene un grupo de amigos y una afición, pero se dejó encandilar por las candilejas del teatro. Valga la redundancia.
EliminarUn abrazo. Me alegra que te gustase. Feliz fin de semana
Los guines pueden ser interpretados o no.
ResponderEliminarUn beso.
Esa es otra. La libertad para interpretar n papel o rechazarlo.
EliminarUn beso, Alfred
Los guiones nos los escriben, pero somos nosotros, los que optamos a interpretarlos o no.
ResponderEliminarUn guión puede ser bueno o malo, pero sin actor no es nada.
Te leo y lo que tengo seguro es que, lo que es verdaderamente bueno es tu relato.
Besos.
Esa libertad, sin duda, como decimos con Alfred. No hay guión tras el telón, si no hay actores que quieran desempeñar los papeles. Si pudiéramos interiorizar tal libertad, no habría tantas víctimas, ni verdugos, porque son las primeras quienes perpetúan a los segundos.
EliminarMuchas gracias, Juan L. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo y feliz finde
Qué bueno!!!
ResponderEliminarAsí es la vida... está llena de Humbertos... pero hay que seguir escribiendo nuestro destino.
Besos.
Hay muchos HUmbertos, sí. Gente, hombres sobre todo que extienden un tela de araña de palabras usadas y erradas, cuando se encuentran a esas mujeres que no saben demasiado dónde quiere ir.
EliminarEn este teatrillo de la vida, vale la pena saber qué papel no va como anillo al dedo. Y si no, se inventa. Un beso
Hola que le vuelva a salir otro Humberto , que no se disuelva en una noche fría , tendrá que volver de nuevo , una noche más al teatro , me a gustado mucho tu relato , besos de flor.
ResponderEliminarEl romanticismo es así, desea un nuevo Humberto en cada tramo de vía, pero tal vez mujas mujeres no necesiten un Humberto en su vida, sino mayor seguridad en lo que desean conseguir de ia vida.Tener la suerte de dar con hombre, o mujer, que llene la soledad a base de cariño.
Eliminarun abrazo
Jajaajajajaja............. No son mujas o son monjas o muchas , !!ainss¡¡ esas prisas , besos guapa.
ResponderEliminarjaja. Es increíble el teclado. Eran muchas, pero podían ser monjas ;.) Besos
EliminarQué gran desilusión y que bien la narras...
ResponderEliminarDaba pánico cuando andaba sola y parecía perseguida...
Muy, muy bueno.
Muchos besos.
La mente fabrica monstruos que nos persiguen, y quise plasmar sus miedos de esa manera. No sabe qué quiere, y se decepciona, pero seguramente se le abre un apuerta inmensa con esa huida frustrada
EliminarUn abrazo grande