Tomado de Google |
Sus cabellos sedosos, adornados
con corales, fue su primera visión al sentarse en las rocas. Tuvo la sensación de que una especie de perlas, bordeando su
cuerpo, emitían una luz imposible de plasmar. Las estrellas de mar, y los
caballitos alados del fondo marino, rozaban su cuerpo, de virgen de sal. Ahí,
encorada a poca profundidad, como un navío varado, tenía, a ojos de Luis, la claridad especial que sólo poseen las
mujeres desnudas, en la oscuridad del plenilunio. Sentía que ante ella, su
mirada se relajaba, y podía, en ese instante, disfrutar de verdad, del firmamento estrellado. Al fin
podía soltar una risa cómplice al destino, que se abría ante sus ojos, abierto
y con vocación de largo recorrido.
Esa mujer era como sueño de
presente, que podía desvanecerse en cada
arrebato de viento del norte o en cada zancadilla del viento del sur. Parecía mecerse
al compás del ritmo de su propio corazón, ya afinado a los latidos de su voluntad.
La mujer de mar, que no sirena,
llevaba un rato mirando el horizonte teñido de luz de luna. Venía de guerras
ganadas al olvido, y se sentía firme en la arena, afianzada en una certeza
serena. Alejada de cualquier duda cotidiana, a cubierto de interrogantes y
chaparrones de ilusiones pasajeras, estaba en calma. Se dejaba bañar por el mar
en esa puesta de sol que alargó hasta entrada la noche. Se sentía triunfante al
fin de su propia guerra donde, como es sabido, a veces ganas y a veces pierdes. No cabía, en ese momento de su vida, más que enarbolar el estandarte de la libertad, imaginaria.
Ella era una estatua de la libertad sin antorcha en mano alguna, que, ajena a
la mirada de un Luis abierto en carne viva, sonreía a la luna de los sueños,
testigo de tal instante, tan merecido, de paz con cielo, de salitre con mar, de sentir unas alas que elevar.
Las miradas se cruzaron al fin, y
como prestidigitador de ilusiones, Luis pudo pulsar en su cuerpo el botón de
los buenos sueños. Se enredaron, sin palabras, siempre engañosas, en un abrazo
blanco y sin esquinas, donde poder dormir sin pesadillas, como cuando no existía desazón en ninguno de los dos mundos, al fin cercanos, al fin posibles
de sincronizar.
Hola Albada, si es que mirando al mar todo se hace mágico.
ResponderEliminarBello relato en honor a esa mujer de mar.
Un placer leerte amiga
Feliz día.
Besossss!!!
Esas mujeres de mar, que no sirenas, son la redención de cualquier hombre hundido. No sé si jay pocas o muchas, pero mi canto por ellas.
EliminarGracias.Un abrazo grande
Un relato tan hermoso como cuidado y lleno de sensibilidad. Escribir así es una delicia y con el mar de fondo aún más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra que te haya gustado. Hay que cerrar los ojos y dejar fluir a las palabras, ante el mar es tan fácil que es una tentación.
EliminarUn barazo y feliz noche, lunada.
¡Cuántas veces nuestros personajes, y nosotros mismos, no habremos estado así, "mirando al mar"...!
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Sin duda, mil veces, ahí, esperando un canto de sirenas, bajo la luz de luna, y el fluir de las olas. Es la historia del mundo.
EliminarUn abrazo grande, y feliz noche, estrellada u de plenilunio, creo.
Adopté la máxima de que en la vida unas veces ganamos y otras aprendemos. Así las pérdidas no lo son tanto.
ResponderEliminarMe gusta ese abrazo sin esquinas.
Un beso
Es la otra cara de una misma moneda. A veces se gana y otras se pierde, es su gracia de vivir.
EliminarLos abrazos sin esquinas, siempre, en cualquier situación. Un abrazo y noche linda para ti
Sin palabras mucho mejor.
ResponderEliminarQue hable la piel.
Besos.
Totalmente de acuerdo contigo, Toro. Hablan mejor que las bocas, y los beso son más expresivos y francos que mil palabras
EliminarUn beso y noche de luz de luna para ti
Parece que has escrito con los ojos cerrados y visualizando el mar, casi me ha llegado el olor de la sal. Cuanta magia nos tren las olas y cuantos sentimientos se llevan mar a dentro. Un abrazo
ResponderEliminarCasi que sí, la verdad. Ayer el mar estaba con un sonido perfecto, y unos reflejos soleares de escándalo. Esas sensaciones calan los huesos, y llenan de estrellas el cielo del paladar, de tal forma que pudiera jurar que lo escribiera con los ojos cerrados :-)
EliminarUn abrazo grande, Ester, y te deseo un viernes precioso
Hola de nuevo guapa , al final encontró luis a su mujer de sal , fundiéndose ambos en un tierno y cálido abrazo , un relato muy bonito con final feliz besos de buenas noche para ti amiga mía , besos de flor.
ResponderEliminarEs la continuación de Elena y la maleta en la puerta de Luis. Quise darle una oportunidad al pintor en busca del éxito, y me gustó tanto que de verdad quise dar otra oportunidad al destino, así que le plasmé una escena de película :-)
EliminarUn beso grande, Flor y feliz viernes
Un mágico encuentro entre lo irreal y real, entre los sueños y los deseos. Ensoñador relato.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana.
Es una quimera que diseñé para ese Luis que encontró las maletas en la puerta. Lo imaginé de paraíso perdido y reencontrado, pero quede claro que nadie se recupera tan pronto de una patada en sálvese la parte ;-)
EliminarUn beso, Dulce. Amabel fin de semana para ti
Prosa y poesía entrelazadas de tu pluma, como los dos cuerpos, en silencio. El único sonido lo pone el susurro del mar.
ResponderEliminarPrecioso.
Un abrazo.
Era el tema musical de la película, el único. Los lazos, los abrazos, los besos de tornillo, el deslizar de las pieles, tod es un ballet ante la luna con mar.
EliminarUn abrazo y feliz finde
Sincronizar ambos mundos en un abrazo sin esquinas es la plenitud.
ResponderEliminarUn beso.
Monté un paraíso sin pecado, para dos náufragos. Disfruté escribiendo, imaginando esa mujer con el agua por la cintura, ahí, estática y libre como las gaviotas. ya ves, es que es fácil, ¿a que sí? ;-)
EliminarUn beso grande Alferd, por un finde de caramelo y con abrazos sin esquinas.
Este relato, que rezuma belleza por todos sus bellos entresijos, me ha dejado sin palabras.
ResponderEliminarEl mar, la mujer sin prejuicios, la arena y el hombre que tiene la suerte de tanta belleza, en una poética amalgama, que como bien dice Ester, con la magia de tus palabras nos has traído hasta el olor de la sal.
Enhorabuena.
Besos.
La imágenes cobran vida, a veces, con tal intensidad visual, que uno acaba percibiendo la atmósfera en su conjunto. La playa estaría desierta, otoño no da para mucho baño y el mar tendría sonoridad marcada, con olas suaves pero marcadas. El resto es ponerse en la piel de quienes uno forjó en su mente, como bien sabes.
EliminarGracias. Un abrazo grande, para una tarde que preludia chaparrón
Yo lo disfruté como una gran comunión entre el mar y la tierra, la mujer de sal y el hombre de arcilla.
ResponderEliminarPrecioso, Albada.
Besos.
Los dos mundos, acuáticos y terrestres, comulgando. De hecho esa es la imagen que quería transmitir. En un abrazo sin aristas, preservando la cualidad de cada mundo. Se consigue pocas veces, por muchas parejas que haya habido y puedan llegar a formarse, pero cuando esa comunión se da, que no fusión, es realmente memorable.
EliminarUn abrazo grande y muchas gracias por leer con esta mirada atenta y abierta